sábado, 31 de mayo de 2008

COSAS QUE ESCRIBO

El sueño

-¿Oyes los pájaros? Susurró ella

-¿Qué dices? Le respondió él entreabriendo los ojos

Se hice un silencio. Ella volvió a repetirlo.

-No, no oigo nada.

Se volvió a hacer un silencio.

-Calla…escucha…no los oyes? Volvió a insistir.

-No se oye nada.



Su vida se había convertido en un espacio vacío, a veces negro, oscuro como su alma, a veces blanco, nadando en la nada. La causa era un hombre que le había robado sus sueños. Unos sueños que vaticinaban constantemente un final que ella no quería admitir.
La última vez que soñó con él, estaba en brazos de otra mujer. El dolor fue inmenso, tanto que creyó no poder volver a sonreír como antes lo hacía. Su agonía se hacía más grande al comprobar que lo que soñaba era cierto, y más aún, al claudicar ante sus caricias una vez más, sabiendo que ya no eran manos limpias.

Oscura habitación que de nuevo encierra sus pensamientos. Apaga la luz y no sabe cuál es su peor pesadilla: escuchar el propio sollozo, ignorarlo o buscar su razón de ser.
Entre sus imágenes, siempre el mismo rostro. Ahora deformado, ahora temblando-como ella- ahora y siempre.


Enciende la luz. Se ha visto llorar. Comienza su propio y demente discurso.

“Este cuerpo que ya no es el mío, se viste para él, a la vez que se oculta en su desnudez.
He perdido mi ser .Lo imagino en brazos de otra mujer, sedienta. Y ahora me disfrazo como ella”

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy profundo, Amparo.
Lo que yo escribo no es tan directo al corazón, es más a la conciencia.

Un hombre abigotado está de pie, en medio de la calle, desafiante; semejante a un ridículo espantapájaros en una finca sin cosecha. Su cara rolliza y nariz chata, su pelo corto y ojos saltones, reconstruyen la imagen de un garbanzo importado desde cualquier país extranjero.

El ateísmo financia sus crápulas filosóficas. Comparte el pesimismo de Schopenhauer. Comulgar le produce urticaria y siempre anda erguido, orgulloso, petulante. Es parcialmente educado, lo suficiente para conseguir amistades rentables. Elogia con desdén a quien con desdén lo elogia. Su entusiasmo por coleccionar dinero sólo es excedido por su avaricia de poder.

Se acerca discretamente una mujer fea, escuálida; consumida por la desdicha continua que supone subsistir de la limosna. Extiende la mano en un intento desesperado por conseguir una moneda de cinc. El hombre permanece impasible, intranquilo. Desea que la indigente se marche. Y ella no tarda en hacerlo. Entonces, respira aliviado; no hay mayor triunfo para un nihilista que sentirse a salvo.

Un automóvil negro se detiene a escasos metros de la sombra del corpulento individuo. Baja un joven nervioso y se aproxima.

- Cardenal, su coche está listo.

Anónimo dijo...

Aunque a veces, tambien escribo cosas más romanticas.
Por ejemplo.......

Desnuda

La mañana ha resucitado a las siete y veintitrés. Me fijo en ti y en como la vida se desliza entre las cortinas, centelleando en tus ojos y también en los míos. Duermes en tu desnudez corpórea la soledad compartida. Recorro con el dedo índice cada una de tus extremidades hasta que el gesto se torna decaído en el vacío de tus ojeras purpúreas. No hay nada más. No existe nada más.

Tus pestañas se abren paso entre la redondez de la afonía del silencio. La Luna se ha escapado entre los cristales. Me injertas tu dulzura autómata después de hacer una rapida visita al baño. Disfrazada con una camisa desgajada que deja al descubierto tu muslo palido.
Al acercarte el tiempo se paraliza en mis zapatos.Mi pulso galopa. Siento tu piel, tu aliento, tu cuerpo desnudo.No existe nadie más.

Si os gustan mis relatos, bienvenidas al club de los escritores anonimos.
(Si supierais quien soy me daria mucho corte)

Amparo dijo...

La verdad es que a pesar de que me gustan los dos relatos , me siento más cercana al segundo.Ese halo misterioso y lírico de la mañana recién estrenada....es sugerente.
Una lástima lo de tu anonimato , aunque creo que se va a convertir en el santo y seña de esta casa de hashimoto: nadie se identifica.

Anónimo dijo...

Para ti,Amparanoia por ser como eres.


Me encanta que no te des cuenta de nada y soñar contigo sin que sepas que quiero mirarte, mirarte hasta que duela. Coger carrerilla y volar, sólo es eso. Dejar de respirar matando mariposas, como cuando me asomo a ese pasillo a oscuras que siempre se me antoja un castillo gigante, y no me atrevo a cruzar. Reírme a carcajadas sin echar mano al prozac nunca está de más, aunque sigan persiguiéndome las notas de esa canción tan triste. En la calle hace frío, y no llegaré muy lejos, las ranas sin princesa son las primeras en morir. Aún así, me encanta que te preguntes en qué pienso sin adivinar la respuesta; mientras yo invento algún silencio que decir, paralizado, atontado, pensando en ti.
- ¿Viste esa estrella fugaz? Pide un deseo.
- No. Estoy cansado de creer en la magia.- mentí.

Anónimo dijo...

Para ti, Laura.
No cambies, ¿mejor?... imposible.


Me evadí del incesante traqueteo del autobús, y me fijé en ella. La miré como quien observa detenidamente una obra de arte, curioso y levemente indiscreto, impaciente por descubrir todos sus pequeños detalles. Leía, o bien fingía leer, un libro que sujetaba entre sus manos con la suavidad de quien sostiene una taza de té.

Examiné sus ojos grises hipnotizado, quizás buscando un error absurdo. Alzó la mirada y, entonces, aparté mi vista de ella con un movimiento torpe y enredado. Pensé en cogerla de la mano y besarla bajo la lluvia que centelleaba en los cristales. Pensé en fugarme a un lugar remoto o a ninguna parte, pero me di cuenta de lo mucho que pretendía ofreciéndole tan sólo promesas mudas escupidas en el aire.

Anónimo dijo...

Tengo muchas más cosas escritas, pero con cuatro de mis relatos, ya he colaborado y participado suficiente con vuestro blog.
Más seria abusar.
Los demas, los dejo para el mio.
A ver si se animan Paquito y compañia.

Juanra dijo...

Ya conocía el relato. Desde que lo leí quedé impresionado, con ganas de continuarlo. Imginé el discurso demente de ella. Pero después imaginé...

El Sueño de él

No oigo nada. No soy capaz de sentir el canto de los pájaros. Compartimos la misma habitación, la misma cama, pero no compartimos el mismo mundo. En el mío no hay lugar para el canto de los pájaros. Te he escuchado llorar. A través de los millones de años luz que separan nuestros lados de la cama, he sentido los estremecimientos del llanto en tu torso desnudo. He visto tus sueños. Los he hecho míos. En ellos he gozado de otra mujer, he notado que me espiabas desde un rincón del subconsciente. Creía gozar de tu cuerpo, pero tu rostro luminoso se ha transformado en una vulgar sonrisa y en unos ojos ya no verdes, sino enrojecidamente negros. He querido escapar, pero estaba entrelazado entre cadenas de brazos y piernas, anclado por el sexo, pegado por el sudor. Te llamaba, pero tus gritos desesperados te impedían oírme. La mujer me ha mordido en los labios. He sentido su fétido aliento. Mis forcejeos los percibías como caricias. El sexo apasionado no se diferencia de una lucha violenta cuando los cuerpos desnudos forcejean en la cama deshecha.
Te he robado los sueños con mis pesadillas. Nunca te querido tanto como entonces, como ahora. Sin embargo sé que ahora me temerás. Nada volverá a ser lo mismo. Te entregarás a mí fingiendo ser la otra mujer. Yo odiaré que te finjas alguien diferente. Pero nunca podrás saber la verdad. Te abrazaré imaginándote como eras en mis sueños luminosos. Me abrazarás soñándome como era en tus brazos antes de tu sueño robado. Nuestros cuerpos se gozarán con asco; nuestros sueños se fundirán en abrazos de un amor definitivamente imposible.
Siento haberte robado tus sueños. Los necesitaba para poder amarte todavía.

- ¿Has oído? Ahora sí he escuchado los pájaros. Pero no era agradable. Una mezcla entre un graznido y una risa entrecortada.
-Nunca dije que fuera agradable.

Amparo dijo...

Qué intenso , qué triste , pero qué cierto también ¡¡¡¡
Esa te la tenías guardada Juanra , eres un crack¡¡¡¡¡
El relato continuará , estoy en ello ya lo sabes

Anónimo dijo...

BASTA

Una y otra vez se sucedían las discusiones, semana tras semana, mes tras mes, año tras año. Dos puntos de vista opuestos. Ese rencor que todo lo teñía de negro. Esas miradas enemigas. Indignación, impotencia para que el otro comprenda algo.
La soledad en compañía, la peor de todas, porque es una mentira, porque no hay esperanza de encontrar a alguien. Porque ese lugar ya está ocupado, por rencor en vez de amor, pero está ocupado.

Las mismas horribles paredes verdes testigos muertos de la intolerancia y del hartazgo. Ese espejo que antes mostraba rostros lozanos, ahora reflejaba caras arrugadas repitiendo lo mismo año tras año, como un hechizo de tiempo.
Pero esa noche, alguien dijo "Basta". Una sola palabra. La palabra evitada. La llave que nadie nunca quiso tener. La puerta que nunca nadie quiso abrir. Por miedo. Por inseguridad. Por avaricia. Los dos comprendieron que una ventana se había abierto, sintieron el aire, la vida y la resurrección. Sintieron que podrían comenzar de nuevo, tener esperanzas, sueños, ilusiones. Sintieron el poder de la palabra. De esa palabra encarcelada por años que alguien había dejado en libertad.