De una calurosa noche de verano
salieron nuestras lágrimas.
Ahora , ni tan solo esto.
Los ojos agrietados
secos de la soledad
no pueden llorar.
Apenas perciben la luz,
se acostumbraron a la oscuridad,
al desafio diario de adivinar.
Se cansaron de mirar , de esperar ,
de soñar , de entornarse
cayendo lánguidos a tus pies.
Como si el restro del cuerpo
no sintiese.
Ya no te veo .
Ya no te siento.
No aprendimos a ver dentro.
Por eso ahora , ciegos y secos ,
los dejamos descansar ,
y aprendemos a tocar
a mirar con nuestra piel.
domingo, 10 de mayo de 2009
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